sábado, diciembre 31, 2011

La mejor música de 2011

Confieso que no tenía idea de qué poner para terminar el año. En el penúltimo día se me realicé un conteo por Twitter, como lo he hecho desde 2007 en radio y ahora en la red social, de la mejor música del año. Así puedo encontrar lo que fue la esencia de este 2011 y poder definir mejor lo que sucedió en los últimos 12 meses. Así que sin más preámbulo aquí van las mejores canciones de 2011.


Espero disfruten el conteo, ¡Ah! Se me olvidaba, feliz año 2012...

domingo, octubre 23, 2011

Desorden y caos envueltos en letras varias.

Idéntico a una película noruega del siglo actual. La vida de uno, la vida que pasa y que ve uno pasar. Alguna vez discutí con alguien sobre el concepto de estabilidad, o de establecerse. Ya no lo recuerdo, veo pasar la vida y observo lo que la concurrencia llama establecerse, es válido.

Tan válido que no aplica a individuos varios. A esos que nos gusta la vida como va pasando, verla, pero también tocarla, como en la citada película noruega. Un día dejamos todo y nos embarcamos al río Sena a escribir, al siguiente nos encontramos en Santiago de Chile, quejándonos de lo mal que fueron nuestras experiencias pasadas.

A la semana que viene en Bilbao, en el nuevo museo Guggenheim. Y no sé, a la estación invernal en plena  influencia del Trópico de Cáncer, decidiremos festejar el Día de San Patricio con el verde tradicional irlandés, sino es Dublín, será Boston. Después disparar balas de pintura al aire y desde lo alto, para rematar en una pista de patinaje sobre hielo.

Libros de arte con la promesa de un diseño auténtico. Obras de teatro, tardes frente a la pantalla con un Xbox 360, la música estruendosa de las nuevas bandas británicas, un equivalente al Rachmaninov de Shine, directo de los confines de este mundo.

Ojos negros y miradas pérdidas, música de los años noventa y un documental del último colapso económico. Charlas de café, citas de negocios que no llegan y próximas mudanzas a concretarse. Vacíos y medios llenos constantes, Beth Gibbons de fondo, un recordatorio siempre palpable de que la vida pasa, y pasa, uno quiere más.

Plantas y árboles de plástico, más música, letras que nos anuncian la inutilidad de establecerse para individuos varios. Cuento de uno en uno, hasta cuatro y me despido, después camino y seguimos en la música. Las citas de negocios llegan, los fines de semana nos hacen volar ¿Hace cuánto no voy a playa? Días soleados de un otoño irregular, caminos viejos y nuevos, retornos desde las altas montañas, noticias breves y escasas.

Alergia a la pimienta de cayena, una banda gringa que se separa, yo duermo, cinco horas en días laborales, intento que sean diez en asueto. Cupones para fast food, una vieja revista de ciencia, una invitación a fiesta de etiqueta, Oktoberfest y el viejo muro. Sueños singulares, fantásticos e irreales, pero muy realizables.

Un punto y coma, risas de niños, lecturas pendientes, presentaciones de publicación, archivos demos, reconfiguración de ordenadores, planeación de viaje, quizá Santiago, Canberra, Dublín o Bilbao. Por lo pronto envuelvo este desorden y lo convierto en este caos, listo y embarcado.

Algún día llegará a su destino, espero estar ahí para cuando ello suceda...

martes, septiembre 20, 2011

Fin del verano.

Termina un pseudoverano más. No hizo calor, las playas no se abarrotaron, no hubo cruceros en un Mar Mediterráneo. Al contrario, existió lluvia, un calor húmedo bastante irregular, contaminación ambiental y un clima de ansia por la llegada de la estación más estación en esta latitud, el otoño.

Recién observé como caían las hojas de los viejos fresnos de la casa paterna. No rememoraré aquel texto tan poco comprensible como la mayoría de las ideas que se escriben en este espacio. Intentaré más bien dar un giro a las cosas, como en un guión de película española post franquista, o mejor aún, entrar a una estructura no lineal con situación inverosímil que nos permite jugar con las frases y hasta las letras.

Hay días que cambio de número y de género en las frases. Me encanta decir un comida o la clásica ya las canción, comprendo que este tipo de construcciones son más incomprensibles que las líneas que ahora tratamos de escribir.

El escape de dejar los formalismos y los tecnicismos en el lenguaje no siempre resulta muy agradable para el público conocedor y mucho menos para el desconocedor. Resulta hasta pretencioso en muchas ocasiones, aunque es inevitable descansar de esa estética un tanto aburrida y por ende, con mucho más pretensión que un simple cambio de género o número en las oraciones.

Me encanta escribir de esa forma, desordenada y sin ningún objetivo específico, es como sentarte en un parque del centro de Boston a ver caer las hojas de los árboles en el otoño pleno, más pleno que aquí, y observar a la gente que camina deprisa, que añora que sus Red Sox ganen otra vez una Serie Mundial, para después disfrutar de un Halloween suburbano con peleas de huevos, un Thanksgiving de pavo y futbol americano y llegar a la Navidad.

¡Qué razón tenía mi amiga productora! Llega septiembre y se acaba el año, el verano, por muy poco verano que haya sido se ha ido. Un otoño que intenta serlo nos cae como anillo al dedo, imitamos lo que hacen en Boston pero con el futbol soccer y un Día de Gracias de comida rápida, un pastel de chocolate y sin tarta de calabaza, llegará pronto las navidades, cambio de número, y el año como Gregorio nos lo dio a entender habrá terminado.

Me gusta escribir desordenado, desordenado como este último año, que para mi terminó hace pocos días, con par de pasteles, una cena y plegarias auténticas. La verdadera esperanza de que la primavera sea lluviosa, el verano si sea caluroso, que los cambios de género y número no disgusten a los lectores, y que en el último jueves de noviembre tengamos tarta de calabaza y pueda escribir de esa manera sin que se oiga como pretensión, ni que suene como un montón de cosas que pasaron.

Al final agradeceré la llegada de un otoño que me hace culminar ciclos, ver hacia atrás y repasar todos los hechos de las últimas cuatro estaciones, y como la obra de Vivaldi al fin haber comprendido los cierres de movimiento, y pasar la página.

martes, agosto 23, 2011

La Europa de las postales y la de las revueltas


Más de una semana de disturbios en Londres y otras ciudades británicasDesde elotro lado del mundo vemos y leemos asombrados las protestas juveniles, lossaqueoslas consignas no muy claraspero consignas al fin. Una generación desencantada invadida por la crisis económica, las diferencias sociales, la no integración de las minorías y el recorte del que alguna vez fue un "Estado de bienestar".
Algunos estudiosos hablan del gasto social, otros nos dicen que son jóvenes de sitios marginales, unos cuantos más nos comentan que las revueltas no están bien canalizadas ni tienen claridad política.
Revisar los análisis y dar una percepción de lo que sucede siempre resulta impreciso. 
Todos los comentarios tienen algo de cierto. El Reino Unido como el resto de los países integrados a la Unión Europea, aun contando a los no miembros Suiza y Noruega, están divididos en dos partes.
En primer lugar la Europa de la que hablan nuestros profesores y la que llegamos a ver en viajes turísticos: con monumentos, libertad, conocimientos e ideas, un nivel de vida que supera a la mayoría de los países y unaconciencia colectiva importante.
Desafortunadamente aflora en estos casos la otra Europa. La Europa de los excluidos, inmigrantes con pocas ilusiones, delincuencia, adicción a drogas, pandillerismo y pobreza, aunque no lo queramos creer, pobreza. Esa es la Europa que sale a protestar de manera desordenada quizá, de manera hasta ilegítima e ilegal, peroque clama en el fondo por una mejora de sus condiciones de vida, y clama también porque sus autoridades no le excluyan, que le dejen entrar en la Europa de la que todos estamos asombrados.
No es la primera vez que existen protestas de este tipo en el Reino Unido. Los años 80 fueron el apogeo de la violencia callejera, con tintes más políticos e ideológicos; ahora es más desorganizado, pero las razones no han cambiado demasiado, quizá ahora los saqueos son más hacia tiendas de tecnología en la actualidad y no en supermercados como ocurría hace veintitantos años.
Tampoco nos sorprende este fenómeno. Protestas similares han ocurrido en Francia y Grecia en la última década. Países como Alemania o Dinamarca que son ejemplos de tranquilidad ante el mundo, también han padecido de los incendios espontáneos de jóvenes enardecidos.
En este marco del Día Mundial de la Juventud, los gobiernos y las personas que toman las decisiones deberán reflexionar si los espacios ofrecidos a este sector son los adecuados en cantidad, calidad y estímulo; para queasí los jóvenes puedan canalizar mejor su energía en tópicos más constructivos como el arte, el deporte, la participación ciudadana y así formar mentes con mayor margen de conciencia.
Por lo pronto la Europa próspera deberá buscar como abrir la puerta a sus virtudes a esa otra Europa, para queno termine por derribar tal entrada, ni acabe saqueando y quemando el trabajo de muchos años.
Publicado en www.yoinfluyo.com el 15 de agosto de 2011


viernes, julio 29, 2011

Un medio más, muerte por inanición

Me entero de alguna manera algo consternado, pero también debo admitirlo, esperaba la noticia: la muerte de un medio más. Un medio que se prometió ser lo mejor, sería diferente, sería como los demás jamás se atrevieron a ser; y terminó siendo lo mismo, sus días acabaron como un medio más.

¿Las causas? No las conozco. Ya no importa tirar culpas y semiresponsabilidades, la mía incluida por no insistir en continuar y dejar el barco justo antes de que se hundiera. Al menos el capitán se quedó hasta el final, sus oficiales lo dejamos, porque los marineros dieron golpe de timón por la fuerza.

En la vida seis años son muy pocos, pero en este medio quizá pudo ser demasiado tiempo. Un despegue que jamás se concretó y como diría Pessoa: ensayamos constantemente para una obra de teatro que jamás se representará. Y así fue, no hubo ninguna función.

Aferrado a un concepto viejo, lo alternativo. Este término se murió en el vendaval del 20-04 de esta latitud. En otros rumbos se transformó y quedó muy poco de la idea original, se vende por paquete de 4 en tienda de conveniencia o de 12 en los supermercados.

Un medio que perdió su esencia, o que jamás la quiso abrazar. Una comunicación imperfecta con sus interlocutores; que irresponsables cultivaban frutos verdes, que refrigeraban y manipulaban con ingeniería genética de ideas burdas, no vigentes y en algún punto hasta vulgares.

Un medio más que perece, que nadie llora, que se perderá en ese ya viejo mal llamado ciberespacio. Agonizante de una larga enfermedad crónica y por ende incurable; la falta de inventiva, creatividad, compromiso, estilo y autocrítica.

Descanse en paz el medio, lo que prevalecerá por siempre será el mensaje... Hasta siempre EarwaxFM, Radio Alternativa desde la Ciudad de México.

miércoles, junio 01, 2011

Un poco de radio.

Lo admito con un poco de pena. Ya no escucho radio de frecuencia, me da mucha tristeza oír en lo que se ha convertido la banda de FM de la Ciudad de México. Noticias, estaciones de pop vacío, hueco o como quieran etiquetarle, al fin y al cabo es lo mismo, nada. Escribo este conjunto desordenado y visceral de palabras a unas cuantas horas del fallecimiento de un gran locutor, Abel Membrillo.

Muchos le recordarán por las voces que hizo para programas de TV y en doblaje por la tropicalización de términos adaptando geniales bromas a un digerible "español latino". Este deceso vuelve a poner sobre la mesa, al menos para los que nos gusta la buena radio, esa hambruna de buenos contenidos en los viejos aparatos receptores.

Ya son siete años desde que desapareció la última propuesta radiofónica diferente. Hemos vivido más de 2300 días una agonía que ninguna gran ciudad debería vivir, francamente no se lo deseo a ningún habitante de Nueva York, de Londres, ni siquiera de nuestros similares de Buenos Aires, Santiago, Guadalajara o Monterrey.

El hueco es enorme en la radio mexicana. Ni siquiera el streaming nacional con sus proyectos entusiastas ha logrado siquiera cubrir una mínima parte de lo que significa tener buenos contenidos en audio. En parte por la falta de estructuras en conexión, la desorganización, el secuestro en que vive la cultura popular en general, y porque no decirlo, la falta de profesionalismo y preparación de los últimos radioastas, un servidor se incluye también en esa lista.

Me voy más lejos, ya no escucho radio mexicana. En ninguna de sus modalidades, en ninguno de sus "múltiples" formatos, a ningún locutor de los que todavía están, ninguna voz me es satisfactoria. Es como si se hubieran callado, dejado de emitir sus sonidos. Y de ideas mejor ni hablamos.

Es como si una época se hubiera ido para siempre. Muchos dicen que el iPod se los tragó, que YouTube le ganó la batalla a los programas de radio, que los dispositivos de todo tipo y el internet nos dieron más horizontes. Ignoro las razones, lo único en que podría acertar es que ahora mis noches son las madrugadas y los amaneceres de estaciones británicas o francesas.

martes, mayo 24, 2011

Viaje de papel.

Tomo el título de una vieja canción de blues que habla de drogas. Le quito el sentido al porro y lo aterrizo en otra manera, le dejo las tonadas de esa vieja guitarra desafinada. Contrastes son los que sobran al escribir y al expresarte, el boleto muchas veces es de ida y el tour no incluye ni los viáticos.

Así es la mejor manera de viajar. Sin planes, con lo justo, sin guías de turistas, sin convenciones en la sintaxis, ni mucho menos con las maletas llenas de accesorios, los adjetivos. Con letra poco legible, combinación de la que llaman script y la cursiva; las "s" de remate, una "l" con forma de pato, que importa... si la sustancia es lo que cuenta, las miles de interpretaciones que se pueden dar. Las hay certeras, existen otras absurdas, unas que ni se acercan a nada, pero que provocaron algo, aunque sea mínimo.

Accidentado resulta el viaje de papel, rayones a falta de grafito, la tinta negra y azul, unos trazos que en ocasiones se confunden. Los pases de abordar registran fechas y lugares, quedan muy pocas referencias de ello, ya no sé si el vuelo dura una o doce horas, o solamente dos, pero en autobús de mala muerte.

Resulta que es cierto, los compañeros de viaje son esas porciones de amigos que comentaban en el Fight Club. La comida malísima, nunca pido carne en los vuelos, me sienta mal y hace que se me escapen sí, esos superfluos adjetivos, con tres o cuatro adverbios, pero ningún sustantivo.

Cuando uno llega al destino resulta que se encuentra en otro lugar, a veces es de los que llaman comunes, otras ocasiones es nuevo y es donde uno puede disfrutar. El papel se arruga un poco, a veces se pone amarillento por la falta de trato, en caso extremo puede caer sobre el lienzo una copa de vino tinto, café soluble o si resulta que estoy de fino, una mezcla de la selva colombiana.

Destinos sobran. Puedo llegar a un satélite artificial, conectar en la lejana tundra, verme en la partida de skat en la frontera polaco-alemana, si es justificable, como los desnudos, resulta válido y muchas veces esencial para lo que se quiere expresar. Viajar en papel, sobre la barca, abordo de un tren ¡Cómo adoro que sea abordo de un tren! Remite a lo clásico, a lo viejo, a la nostalgia y a esa debilidad que se tiene sobre los trenes.

Sí, una debilidad. Los compartimentos, las maletas, un boletero que te pide tu pase de entrada, el vagón que se convierte en bar y da pie a historias de holandeses locos o de migrantes asiáticos que buscan una vida mejor en el centro de Europa.

Así ha sido este viaje de papel, exactamente como lo quería. Desordenado. Sin saber en que instante bajé del avión al tren, desconociendo cuando adjetivos se me salieron, si las letras "s" tuvieron remate o las "l" una cola de pato.

Sin saber el absurdo que provocará tal texto en los que se empeñan en llamar especialistas, y sin saber si llega a provocar un sentimiento genuino en personas más reales, más genuinas. En personas que no les importan los tours, ni los itinerarios o si viajan en clase premier o turista. El punto es viajar, aunque sea trazando líneas de las que llaman letras en un lienzo de papel.